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"Tres poemas prohibidos" de Fredy Santos




Originario de San Antonio Aguas Calientes, Sacatepéquez, Guatemala. Estudiante de Psicología en la USAC. Amante de la lectura, del vino, de las tardes acompañadas con café y un buen libro –mejor si es de poesía–.


Escribe para salvarse de la realidad o, al menos, para aprender un poco de qué se trata la vida. Ha participado en varios recitales, todos en modalidad virtual. Ha sido incluido en dos Antologías poéticas, Memoria de un Taller de Poesía Experimental (2020) y Poemas de Pandemia, Testigo Ediciones (2020).





TRES POEMA PROHIBIDOS


I

Marcia

(Más allá del vivieron felices para siempre)


A los ocho años inicio todo:

Yo la odiaba porque no pasaba un día

sin que me moliera a golpes,

pellizcos, empujones, arañazos…

bueno, una bruja completa


con su mirada fija que aparentaba demencia

con su sonrisa paralizadora

con sus silencios chocantes

y un diccionario de pócimas

que recitaba a escondidas


El día que se lo mencioné a mi confesor

-el muy bribón-

sea por la edad o por llevárselas de psiquiatra…

confundió mis quejas con amor


Se pasó más de media hora

-no escuchando mis pecados infantiles-


el hurto de un pan de la cocina

el pedazo de tortilla lanzado al perro debajo de la mesa

porque estaba lleno

la lengua mostrada al vecino

la oración olvidada al despertar

y el buenas noches antes de ir a la cama…


sino buscando dónde podría amonestarme

un sinnúmero de imprecaciones

que además de molestia

ese día ocasionaron en mí pesadillas

-quise decir, a la noche-


Los años pasaron

Conocí otros cuerpos antes que el mío

Fantaseé besar tantos labios

antes que ejercitar los míos

Me gradué de mentiroso

antes de acabar la escuela y

mucho antes de darme cuenta

que me mentían


¡Oh sí! Ella besó infinitos labios,

los presumía…

Bien me habrían sentado uno cuernos entonces

solo que yo era un burro


lo único que me crecía eran las orejas

con las que escuchaba atento la lección

la catequesis del domingo

los partidos de fútbol entre semana

el radioteatro matutino dominical

los gritos fuera y dentro de mi cabeza…


Una vez volvimos a encontrarnos

Yo experto en abandonos

Ella maestra del escape

¡Nos odiábamos tanto

tanto, tanto, tanto!


que cuidé a su hija

y al pasear en público

una vez fui su amante,

otras su hermano

y a veces, su padre


A nosotros nadie nos separó

Jamás fuimos o estuvimos…

más unidos que en esos años


rodeados de pastillas, jarabes, inventarios,

facturas, llamadas, acuerdos…


El amor no se anunció

el muy granuja nos observó

se untó de lujuria

se calzó unas sandalias

y ya no se marchó


¿quién lo habría imaginado?

¿quién acaso se dio cuenta?

¿quién alcanza siquiera a verlo?


Ella y Yo siempre hemos sido opuestos

Ella ama a un macho

Yo dibujo flores con crayones sin respeto por la línea

Ella es una santa

Yo busco vírgenes en bares sin cartelón

Ella no sueña, vive cada instante

Yo no vivo, sueno con ser de Ella


Ella da los buenos días

Yo me odio por ser mudo


Ella se va, siempre lo hace

Yo me quedo, nunca lo he entendido




II


Gioconda

(Meditaciones de lavadero)


Porque un día, en las afueras de la ciudad,

que ya no será tan afuera,

seremos viejos y nuestras canas

y nuestros miedos

se habrán resuelto.


Nos tomaremos del té y de la mano al atardecer

Nos contaremos secretos de juventud

que antes de acostarnos reclamaremos;

con un gruñido los desecharemos


Porque en unos años

te estaré contando cómo me fue en la escuela,

tú me describirás tu día en la oficina,

yo te castigaré

recitando las últimas páginas que escribí,

tú contándome a cuántos idiotas debiste soportar;

yo contaré un mal chiste

tú dejarás de cocinar

y riendo como locos nos iremos a la cama


Porque en unos meses,

después de tres peleas y

miles de versos tatuados sobre tu espalda,

tus tetas, tus nalgas, tus pies…


después que hayamos bebido hasta

la última gota de vino

y le hayamos encontrado hasta

el último lunar a la luna


después de cantar hasta la ronquera

en plena madrugada

de leernos a Balzac, Baudelaire, Benedetti…


Porque en unos días,

me habré cansado de los rostros de plástico en la tele

Porque encontraré tu mirada

incluso en el honguito de caramelo fuego

que asoma entre la grieta del muro que da a mi ventana…


y te pediré que escapemos

rotundamente te negarás…


pero a media noche tocarás a mi puerta;

yo abriré orgiástico mis brazos

a tu satánica sonrisa y a tu maleta vacía


Por todo aquello que es porvenir,

hoy solo seamos dos desconocidos

que se besan en un callejón sin nombre,

de una calle sin nombre,

de un pueblo sin nombre,

en este mundo sin nombre,

sin revelar nuestros nombres.




III


Nínive


Parecemos novios

Cuando llegamos a la puerta

y tú me abrazas

y yo finjo que te esquivo

y tú me besas

y me sonrojo

y nos despedimos


pero vuelvo a colarme tras la puerta

y nos despedimos otra vez

pero me envuelves con más preguntas

y los dos nos reímos


Luego baja la nena

y también dice adiós

pero aguarda a que de nuevo me siente

para correr por su cuaderno y

mostrarme su tarea

y tú 《ya es tarde, nos vemos mañana》

y volvemos a despedirnos

pero 《te escribo o me escribes》

-dentro de cinco minutos-

y de nuevo parecemos novios


Parecemos novios

cuando me riñes y yo sonrío

cuando me empujas y yo monto todo un drama

cuando cruzamos miradas y nos reímos

porque los dos sabemos quién es el pendejo

cuando tú dices sí y yo replico ¡puaj!

cuando me obligas y yo monto en cólera berrinchuda


Parecemos novios

y por suerte

somos dos grandes amigos



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